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Día doce

1
Duerme la familia
en una sola habitación.
Si cayera aquí,
si –no lo quiera el cielo— fuese aquí,
mejor estar todos juntos.

2
Tres mil bombas en dos días
sobre Bagdad, sobre las otras ciudades.
Día doce. De la infamia relámpago
a la infamia de posiciones.

Los mismos –asesinos
de masas— que no consienten ver
cómo la biosfera es finita
no parecen saber
que hasta las bombas se acaban.
¿De qué reservas disponen?

Tres mil en dos días.
¿Si se les acabaran
qué?

Para destruir
lo que querrían destruir
no hay en ningún caso
bombas suficientes.

3
La mano exenta.
Aparecía:
como imagen en un poema,
como angustia en una historia,
hasta como personaje
en un filme de entretenimiento.

Ahora es sólo la mano
arrancada de cuajo por las explosiones
la mano que todo el mundo ha visto
la mano con la que nadie sabe bien qué hacer.

4
Señor presidente:
si uno dice tantas veces libertad
con el significado de matanza
ya nunca
nunca nunca va a poder quitarse
el mandil de carnicero

Algo de eso sabía
aquel antiguo hombre-caballo griego
llamado Neso:

morirá usted
con ese mandil sangriento abrasándole
pegado a la piel envenenándole
el nunca
y el siempre